Todos los días se producen desapariciones en medio de conflictos armados y situaciones de violencia, desastres o como resultado de exilios, desplazamientos o migraciones. En la actualidad, son cientos de miles las personas que están desaparecidas en el mundo. Los restos de quienes fallecen en esas circunstancias no siempre reciben un trato respetuoso y digno. Las personas fallecidas desconocidas permanecen sin ser identificadas y, por ende, se suman al número de personas desaparecidas.
Se trata de un fenómeno generalizado que se observa en todos los lugares del mundo y que genera una profunda angustia y ansiedad entre los familiares de las personas desaparecidas, quienes quedan en un limbo respecto de qué ocurrió con sus seres queridos.
Estos familiares buscan sin saber si su pariente está con vida y suelen esperar durante muchos años, sin poder hacer el cierre que supone un duelo. El sufrimiento emocional y psicológico puede ser grave. Además, como si su dolor no fuera suficiente, los familiares de las personas desaparecidas suelen estar inmersos en condiciones de privación económica y social. Las desapariciones y la gestión inadecuada de los restos mortales tienen consecuencias a largo plazo —que a veces se extienden durante décadas—, no solo en la vida de las familias, sino también en las comunidades y en las sociedades.
Una persona desaparecida es alguien cuyo paradero es desconocido para sus familiares o a quien, a partir de información fidedigna y de conformidad con la legislación nacional, se ha dado por desaparecida en relación con un conflicto armado, otra situación de violencia, un desastre natural o algún acontecimiento de otra índole que pueda requerir la intervención de una autoridad estatal competente. Esta definición va más allá del concepto de “desaparición forzada” que figura en la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas (2006) y el Estatuto de Roma (1998). Si bien esos instrumentos limitan la definición de “personas desaparecidas” a aquellas que desaparecieron luego de un arresto o de una detención por parte del Estado o de agentes estatales, el término incluye, en un sentido más amplio, a todas las personas desaparecidas, más allá de los motivos o de las circunstancias de la desaparición.
Las circunstancias en las que se producen las desapariciones varían considerablemente. Por ejemplo, los conflictos armados pueden generar desplazamientos masivos, que suelen acarrear la desaparición de numerosos desplazados internos, refugiados o migrantes, ya sea porque esas personas temen contactarse con sus familiares, porque carecen de medios de comunicación o porque todos los miembros de su familia se han ido del hogar, de manera tal que no tienen posibilidad de restablecer el contacto con ellos. Las personas reclutadas en fuerzas o grupos armados pueden desaparecer en acción si su muerte no queda registrada o si no se da aviso a sus familiares.
También es posible que se den por desaparecidas a aquellas víctimas cuyos cadáveres se abandonan, se entierran apresuradamente o se destruyen antes de que se los identifique y sin que se informe a sus respectivas familias. Lo mismo puede ocurrir con personas que han sido capturadas, arrestadas o secuestradas e incomunicadas o bien se hallan en un lugar secreto.
A continuación, se analizan cinco situaciones que pueden derivar en la desaparición de una persona: conflicto armado, desaparición forzada, migración, otras situaciones de violencia y desastres naturales.
Los peligros inherentes a los conflictos armados u otras situaciones de violencia generan, casi siempre, la separación y desaparición de soldados y civiles por igual. En el contexto de los conflictos armados internacionales y no internacionales, las violaciones del derecho internacional humanitario (DIH) y de los derechos humanos provocan la mayoría de las desapariciones de personas.
Las normas fundamentales del DIH y de los derechos humanos se crearon para ayudar a prevenir la desaparición de personas en situaciones de conflicto armado u otras situaciones de violencia. Respetar esas normas significa respetar la integridad y la dignidad de todos los seres humanos —incluidos los que fallecieron— y, en el contexto de las desapariciones, representa una barrera contra ellas y ayuda a resolver los casos de personas desaparecidas cuando, por desgracia, se producen.
Cada año, millones de personas se embarcan en peligrosos viajes migratorios, en los que atraviesan fronteras nacionales e, incluso, continentales, a menudo, por fuera de las rutas migratorias oficiales. Muchas de ellas desaparecen en el camino o en los países de destino. El CICR adoptó una descripción amplia de "migrantes" a fin de abarcar a todas las personas que dejan su hogar o huyen de este para buscar seguridad o mejores perspectivas en el extranjero y que pueden correr peligro y necesitar protección o asistencia humanitaria. Esta descripción incluye a los refugiados y los solicitantes de asilo, quienes tienen derecho a una protección específica en virtud del derecho internacional.
Las desapariciones son un fenómeno diario y crónico en algunos contextos afectados por situaciones de violencia que no llegan a ser conflictos armados. Todos los días desaparecen personas en manos de pandillas, autoridades y otros grupos o por complicidad entre los actores involucrados en la violencia. La desaparición puede ser una táctica utilizada como represalia, para sembrar temor en las personas y las comunidades, para eliminar o intimidar a testigos de actos delictivos, o bien en conflictos armados. En situaciones de violencia que no llegan a considerarse conflictos armados, también se producen desapariciones de maneras que no están relacionadas con violaciones del derecho (por ejemplo, cuando alguien muere y sus restos no se encuentran o no se identifican adecuadamente).
Cuando se produce un desastre, la necesidad de saber dónde y cómo están los familiares —si sobrevivieron, si necesitan ayuda— es una prioridad. Los desastres naturales pueden originar diversas necesidades, y la interrupción de las comunicaciones puede impedir el contacto con familiares dentro o fuera de la zona afectada. Es posible que algunas personas deban abandonar las zonas afectadas o ser evacuadas de ellas y alojarse en refugios, donde tal vez sea difícil informar a sus familiares dónde y cómo se encuentran. Las víctimas que resultaron heridas durante el desastre pueden ser trasladadas a hospitales, posiblemente fuera de la zona afectada, sin que sus familiares lo sepan. También es posible que los desastres naturales causen numerosas muertes. Quizá se traslada a las personas fallecidas a las morgues o se las entierra sin que sus familiares sepan siquiera que habían muerto. Pueden presentarse necesidades particulares con relación a la recopilación y gestión de información sobre las personas fallecidas y su identificación.
En la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas (2006), el primer tratado universal que incluye esta cuestión, se utiliza el término “persona desaparecida”, que solo comprende las desapariciones por arresto, detención, secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad a manos de agentes del Estado o de personas —o grupos de personas— que actúan con la autorización, el apoyo o la anuencia del Estado, seguida de la negativa por parte de este último a reconocer dicha privación de libertad o bien por el ocultamiento de la suerte o del paradero de la persona desaparecida, lo que la priva de recibir la protección de la ley.